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2024 | El año del acompañamiento

27/01/2025

La Historia tiene sus momentos de gestación y sus momentos de alumbramiento. Cuando La Vida de Nos nació, en enero de 2017, se propuso asentar la Venezuela actual vista desde la mirada de sus ciudadanos. Contar las emociones y sentimientos puestos de manifiesto en el transcurso de esas situaciones que enfrentaban y las experiencias resultantes de ese tránsito, como una forma no solo de construir memoria, sino además de producir identificación en los lectores. Que percibieran, en esas historias, su propia historia. 

Con el tiempo comprendimos que, asentando esas historias, asentábamos el mapa del espíritu con el que se estaba gestando un momento histórico en nuestro país.

Son muchas las situaciones que hemos vivido los venezolanos. Una migración sin parangón en la historia del continente, crisis humanitaria, represión, inseguridad, incremento de la pobreza extrema, desplome de los sistemas educativos y de salud… Hemos conocido la muerte de seres queridos por falta de atención o producto de la represión. La incertidumbre y la vulnerabilidad de toda índole. La desesperanza y el desánimo. Pero también hemos visto una sociedad organizándose para ayudar a los más necesitados, el reconocimiento de nuestros talentos fuera de nuestras fronteras, el surgimiento de ingeniosas iniciativas ciudadanas, una valentía y una solidaridad conmovedoras.

Y descubrimos lo que estábamos haciendo con nuestro sitio: acompañar al país en su tránsito, mostrando el lado invisible que habitaba detrás de los sucesos que nos ocurrían. Visibilizando el espíritu de la Nación en la construcción de esos valores, de esas certezas, que se fueron templando en el fuego de la adversidad, en gestos inadvertidos que iban sumando al retrato de una sociedad que está buscando su destino común.

Una sociedad que no ha dejado de moverse

Desde su nacimiento, La Vida de Nos se dedicó a contar el país a ras de la calle, donde está el ciudadano común. Conocer sus dolores y alegrías, sus retos y logros, buscando dar cabida a la mayor cantidad de voces y ámbitos posibles de esa realidad, sea donde sea que se encuentre. En los rincones de nuestras historias respira el carácter que estos años duros han forjado en los venezolanos.

Es por esto que en este aniversario decidimos hacer un recuento de esos caminos que hemos recorrido, para entender cómo nos ha traído hasta este momento tan definitorio de nuestra historia.

Nuestro año inaugural, el tristemente inolvidable 2017, estuvo marcado por esos más de cuatro meses de protestas, brutalmente sofocadas, que dejaron una herida en nuestra población. Aunque fueron muchas las historias, esa época se puede entender a través de dos series que publicamos entonces: Son presos políticos, nosotros también (finalista del I Premio Gabo 2018, en la categoría Texto), que contó los testimonios de familiares de ocho presos políticos, demostrando cómo la familia era arrastrada a esa ausencia de libertad; y Eran solo niños, proyecto desarrollado junto a Cecodap, que cuenta las historias de los seis asesinados más jóvenes en el contexto de las protestas contra la convocatoria a una asamblea constituyente impuesta a sangre y fuego a finales de agosto de ese año.

En 2018, la sociedad venezolana enfrentó una agudización de la crisis humanitaria. Entre las historias que produjimos, destacan tres series que retratan el momento a través de: la crisis sanitaria, contada en el microsite Las voces del JM (Nominada al Premio Gabo 2019, también en la categoría Texto; y en el Concurso Nacional de Periodismo de IPYS VE, en la categoría de periodismo de investigación) que recoge testimonios de madres, niños, médicos y personal de salud de ese centro hospitalario, otrora referencial; las ejecuciones extrajudiciales, sobre todo en sectores vulnerables, que recogimos en el microsite Disparos al corazón, en el que varias mujeres rememoran los asesinatos de seres queridos por parte de fuerzas de seguridad del Estado; y una de las aristas más duras de la migración, la de los niños que quedaban a cargo de abuelos u otros familiares, debido a que los padres se marcharon en busca de la manera de enviarles dinero: Niñez dejada atrás.

Ya en 2019, el 7 de marzo, se produjo lo que se conoció como el mega apagón, que alcanzó a todo el territorio del país, con una duración de entre tres días (en Caracas) y hasta siete días continuos (en algunas regiones del país). Ese suceso fue registrado en una serie de ocho historias que contaban diversas situaciones en esos días oscuros. También, ese año, mostramos una faceta poco explorada de la represión con la serie Crecer en represión, con testimonios de niños y adolescentes víctimas de las fuerzas policiales durante las protestas de ese año. Para cerrar el mapa, la serie Frente al dolor más intenso (mención de Honor en el Premio Roche de Periodismo en Salud 2020), con historias de enfermos de cáncer sin medicamentos paliativos para sus dolores.

A mediados de marzo de 2020 se decretó una pandemia mundial, la cual produjo un agravamiento de la situación de nuestros migrantes, muchos de los cuales perdieron sus empleos, quedaron en la calle e, incluso, optaron por devolverse al país como fuese. Esa realidad quedó reflejada en Los confinados (desarrollada en alianza con Dejusticia, y mención especial en el Premio Ortega y Gasset y en el Concurso Nacional de Periodismo IPYS VE, en la categoría de Cobertura, en 2021), donde mostramos la vulnerabilidad de nuestros migrantes venezolanos en Colombia.

Ese año también mostramos la dura realidad de los desaparecidos en las minas del sur del país con la serie Fosas del silencio (mención especial en el Concurso Nacional de Periodismo IPYS VE y en el Premio SIP, categoría DDHH, en 2020), así como una dramática historia que mereció el Premio Roche mención Periodismo Escrito 2021, desarrollada en alianza con los medios GK y Distintas latitudes: Huir, migrar, parir

La crisis migratoria produjo, además, una fuga de talentos que ponía en riesgo la trasmisión de conocimientos entre los profesionales venezolanos. Ese tema lo reflejamos en 2021 mediante una serie de podcast, en alianza con el Goethe Venezuela, denominado Generaciones, en los que dos personas de una misma profesión, pero de distintas generaciones y ubicados en distintas partes del mundo, contaban la historia que los unía. También en 2021 produjimos nuestro primer documental: Una palabra complicada, en el que, a través de los testimonios de seis víctimas de daños irreversibles a consecuencia de la represión, se exploraba la posibilidad del perdón a los agresores.

Pero la migración no ha sido solo hacia afuera. Eso lo pudimos mostrar en 2022 a través del microsite Desplazados, en el cual contamos historias de personas que se vieron obligadas a abandonar su hogar y establecerse en otra región de Venezuela. Y ese mismo año mostramos, a través de la serie Semillas atendidas, cómo el venezolano de bajos recursos entendía la importancia de reforzar los precarios conocimientos que recibían sus hijos en la educación pública.

Entre las historias de 2023, destacamos el microsite Rostros de la tierra, que narra cómo los indígenas luchan para mantener su medio ambiente y sus tradiciones, frente al peligro que supone la falta de oportunidades y la tentación de los más jóvenes por el trabajo en las minas, causante de desplazamientos y envenenamiento de sus tierras ancestrales. También incursionamos en la animación para producir Caminos a ninguna parte, un documental con testimonios de personas cuyos proyectos de migración se vieron truncados por hechos trágicos, tratando de salir del país o de volver a él (reconocido con una mención especial en la categoría Cobertura del Concurso Nacional de Periodismo IPYS VE).

Son historias que cuentan a un país que ha enfrentado adversidades que, lejos de amilanarlo, lo han fortalecido. Y así hasta llegar a 2024, año que marca un parteaguas en nuestra historia contemporánea, y que nos permitió mostrar esos valores que se venían gestando en el espíritu de una Nación que nunca se ha dado por vencida.

Un año que vislumbra el nuevo camino

Podríamos considerar que en 2024 se puso de manifiesto el espíritu de esa sociedad gestada al calor de las dificultades. Ese año publicamos 71 historias, haciendo énfasis en mostrar cómo la sociedad venezolana se ha ido abocando a la organización, a la solidaridad y al fortalecimiento del tejido social, en un periodo particularmente difícil, pero a la vez muy esperanzador.

Nuestras historias más representativas, que cuentan hechos protagonizados no solo durante ese año, sino también en los años previos, apuntaban a una idea que flota en sus páginas: cómo fue germinando la idea de país que esa sociedad quiere para sí, a través de gestos que hablaban de la unión entre venezolanos, del valor de la comunidad, del trabajo mancomunado, del acompañamiento al otro. Elementos que hablan de un país en construcción, que siguió buscándose hasta encontrar un camino que ha comenzado a transitar.

De esta manera, con nuestra serie La casa tomada contamos historias de profesores universitarios, de diferentes generaciones, que con sus esfuerzos mantienen vivo el espíritu de enseñanza en sus casas de estudio. Algunos intentan mantenerlo con todo en contra, otros optaron por decir adiós, siquiera temporalmente.

También contamos historias de gente ofreciendo soluciones en esos espacios donde el Estado dejó de atender a la ciudadanía. Es el caso de Ray Arteaga y Manuel Fermín, quienes, desde la Escuela de Química de la Universidad Central de Venezuela, crearon con el vástago del plátano una esponja capaz de absorber grandes cantidades de petróleo, para limpiar las playas luego de los derrames que suelen ser negados o minimizados por las autoridades. O el del sacerdote Jhonny Arias, quien creó un banco de suero antiofídico en Táchira, dada la escasez de ese medicamento en una región con alta incidencia de mordeduras de víboras. O historias donde brilla la palabra dignidad, como el caso de Saray Figueredo, quien ofrece a jóvenes de la Cota 905 capacitación en oficios, para que forjen un futuro distinto a la violencia. O el trabajo que adelanta Albe Pérez, conocida gerente cultural, uniendo voluntades para dotar la biblioteca y las aulas de un liceo en Catia. Y el invalorable trabajo del Foro Penal, que ha sido el faro en la asistencia jurídica de los venezolanos a lo largo de estos duros años de represión e injusticia.

Este año también publicamos la historia de una comunidad de Guatire que decidió fundar un consejo comunal para organizarse, encontrar recursos y resolver los problemas comunes, poniendo de lado las diferencias entre chavistas y no chavistas.

Y en medio del aparente desencanto y falta de fe en el voto como mecanismo de solucionar nuestra tragedia, una chica creó un bot para indicarle a la gente cómo llegar a los puntos de registro electoral, mientras que un profesor de arquitectura entendió que su tarea didáctica comenzaba por la formación de ciudadanos críticos, y se propuso convencer (y acompañar) a sus alumnos a inscribirse en el registro electoral. 

Pasada la jornada del 28 de julio, cuyos resultados son conocidos por todos, vale la pena no perder de vista la heroicidad y la firmeza con la que los venezolanos se comprometieron con la participación y la defensa del voto. Cuatro historias nos dan cuenta de ello: El testimonio de dos testigos de la Plataforma Unitaria en un centro popular de Caracas, que arriesgaron su seguridad para conservar la copia de las actas, a pesar de la negativa del coordinador del centro; tres testimonios que muestran cómo funcionó el engranaje que hizo posible recabar y poner a disposición del mundo las actas de escrutinio; las historias de tres testigos de mesa del oficialismo que no quisieron sentirse deshonestas desconociendo los resultados que ellas conocían (esta historia, titulada “El eslabón perdido del 28J”, ha sido la más leída en la historia de nuestro sitio, con más de 85 mil hits en el contador); y una venezolana que, en Madrid, se dedicó a llevar a personas a votar a los que estaban habilitados para hacerlo pero tenían dificultades para trasladarse.

Son historias que nos hacen sentirnos orgullosos del país que hemos estado construyendo y de la gente que lo está haciendo posible, con ideas, voluntad y persistencia. Historias que, en medio de la tragedia, han estado presentes en nuestras páginas desde que comenzamos a registrar la memoria de estos años tormentosos, mostrando el carácter del venezolano ante las dificultades que ha debido enfrentar. Ese es el espíritu del país que hemos atesorado en nuestras páginas. El que estamos acompañando, asentando su gesta ciudadana.

Cambiando la forma de contar un #paísenconstrucción

En La Vida de Nos descubrimos que, indistintamente del contexto temporal en el que ocurrían, todas nuestras historias mantenían su vigencia en el tiempo. En cada una de ellas hay una reflexión sobre la condición humana y los valores que se ponen de manifiesto. 

Eso nos mantuvo pensando en la manera de hacer posible que todas se mantuviesen a la vista de los lectores. Fue así como en agosto de 2024 pudimos llevar a cabo un proyecto que estábamos madurando: el rediseño de nuestro sitio web, para pasar de una estructura de entradas ordenadas de forma cronológica, a un formato en el que se agruparan por temas, para permitir que todas estuviesen disponibles de acuerdo con el interés de quien lee. 

Esto resolvió una necesidad del enfoque acerca de nuestro trabajo. Nosotros no contamos noticias, contamos pasajes de vida de personas enfrentando situaciones. De esta manera, y en atención a la concepción de asentar el espíritu de la Nación, pasamos a presentar las historias a través de los temas, valores y situaciones que albergan. Ahora se pueden leer agrupadas por cómo el venezolano, por ejemplo, enfrenta las enfermedades, o contagia el deseo de aprender. O se organiza como sociedad. O le tiende una mano al prójimo. 

Es decir, nos propusimos poner de manifiesto eso invisible que guía a los protagonistas de nuestras historias, mostrando los valores que el venezolano ha ido madurando en ese proceso de gestación de una idea de país que nace desde la misma gente, en hechos cotidianos, a veces de apariencia intranscendente, pero que atraviesan el país, mostrando, no lo que nos ha pasado, sino lo que hemos hecho con lo que nos ha pasado. Y más aún, qué ha hecho dentro de cada uno de nosotros eso que nos ha tocado enfrentar.

Además de agrupar cada historia en colecciones temáticas, ahora agregamos sus versiones en audio, así como las versiones en inglés y en cómic (para las que disponen de ellas). Y así, nuestro nuevo sitio nos permite mostrar un país a través de eso que señalamos en uno de nuestros lemas: conocer las “historias de todos contadas por cada uno”. 

Como ya lo comentamos al inicio, la Historia tiene sus momentos de gestación y sus momentos de alumbramiento. La labor que hemos desarrollado, a lo largo de estos ocho años, ha sido la de mostrar y asentar las historias que permiten vislumbrar ese país que se está construyendo desde abajo, desde adentro. Acompañarlo como una bitácora que nos permita, en el futuro, reconstruir ese mapa espiritual de la gestación y alumbramiento de ese país que nació primero en cada uno de los venezolanos, y que se ha ido convirtiendo en una idea común de una gran casa en la que todos harán sus mejores aportes.

Esperamos seguir estando allí para seguir asentando los siguientes pasos.

A nuestros lectores, colaboradores y aliados, gracias por acompañarnos.